viernes, abril 28, 2006

Cuatro ojos


¿Cuántas veces se han quedado varios minutos mirando por la ventana al vecino de la casa de en frente? ¿Cuántas veces han espiado los hábitos de la familia del 4º C? No se preocupen, es normal, todos tenemos dentro un pequeño curioso que mira y comenta la vida de los demás.
Esto pasa en las mejores familias y hasta en las mejores ciudades. Hace unos días leí que en la ciudad de los rascacielos ha crecido la venta de prismáticos debido a los curiosos. En Nueva York no hay persianas ni cortinas en muchas ventanas, y al vivir en pisos tan altos, se tiene la sensación de que uno escapa de todas las miradas. Sin embargo, desde un piso más o menos alto de Nueva York, se tienen a la vista aproximadamente 200 viviendas. Imaginen con un telescopio con el que se puede ver con precisión hasta el último cráter de la Luna, ¿qué no se podrá ver del interior de un piso 45 desde un extremo del Central Park? Ustedes me dirán quién puede resistir a la tentación...
Pero los neoyorquinos, conscientes del cotilleo y lejos de preocuparse, toman este fenómeno por bandera. Tanto es así, que en muchos hoteles además de bolis y caramelos hay unos prismáticos sobre el minibar. Así los visitantes se convierten en verdaderos ciudadanos de la gran manzana, participando de sus “defectos” y todo.

Es cierto que muchas veces, mirando lo que hace el vecino, uno descubre que sus manías y/o virtudes personales no son tan extrañas como creía. Por ejemplo cuando ves cómo el de en frente se marca unos bailes mientras barre la cocina o se agarra el trapo al delantal creyéndose Arguiñano.
Pero, ¿por qué nos gusta tanto ver la vida de los demás? No en vano se inventó el Gran Hermano de la tele, porque somos una panda de cotillas. Pero espiar en realidad tiene su gracia y su riesgo, no es lo mismo que verlo por televisión. En vivo y en directo uno tiene la cosa de que nadie le pille, de ver sin ser visto.
El hecho es que, cuando la gente se aburre, una cosa muy entretenida es ver cómo pasan el tiempo los demás. Quizá tenga algo que ver que Nueva York es la ciudad con mayor índice de solteros de Estados Unidos: el 60% de los adultos que allí viven están solos.
En conjunto, según sostienen medios locales, cada semana se venden en Nueva York unos cien telescopios a lo que hay que sumar prismáticos y teleobjetivos. Algo miran en la ciudad de los rascacielos.

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