Juan gritaba: "¡Más fuerte, tia!, ¡que llegue tan alto como esos árboles altos!"
Apareció una abuela con su nieto y, sí señores, lo nunca visto, me pidió la vez para el columpio. Yo no pude decirle que no e inmediatamente le dije: "Juan, le dejamos a este niño el columpio, ¿vale?"
Aprovechamos la confusión, y que ya era tarde, para volver con la bici de cuatro ruedas a casa.
martes, agosto 21, 2007
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1 comentario:
Porqué es tan estraño el país de las lágrimas.
desde Galicia. :)
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