jueves, febrero 22, 2007

zapatero

El zapatero no mira a la cara. Sólo se preocupa de los zapatos, que es lo suyo. No le interesan las personas, ni siquiera aquellas que pasan por su zapatería. Sí le interesan las tapas de mis botas y las de las botas de mis amigas. Incluso le interesan las tapas y los tacones de los zapatos del vecindario. Pero no quiere saber nada más.
Mi zapatero busca mis botas. Antes me responde al obligado buenos días. Cuando encuentra las botas, les quita un clip con un papel y las malmete en una bolsa de plástico. Tres cincuenta. Se da la vuelta y desparece por una puerta para buscar cambios, dice. Mi zapatero me devuelve el dinero y, mirando a las botas, me dice adios, buenos días.

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